EL PODER DE LAS PALABRAS

LAS PALABRAS SON UN ARMA: HOY SE USA CONTRA LOS CIUDADANOS.

LAS PALABRAS SON UN ARMA: HOY SE USAN CONTRA LOS CIUDADANOS.

El Poder de Las Palabras.

Debo haber perdido el norte hace tiempo. Yo creía que la democracia, nuestra democracia, era al menos el mejor sistema posible. Así se afirma habitualmente ¿no es cierto? Con este razonar nos imbuyen desde que tenemos edad para juzgar asuntos de este cariz. Así, cuando se evidencian los defectos del sistema (la injusticia de la justicia de “pago”, la pervivencia de la miseria que afecta a tantos, los abusos de quienes detentan la violencia legal, el apoyo a despiadados regímenes dictatoriales, la promoción de la guerra en tierras extranjeras, la gran desigualdad social en nuestra patria, etc.) nos dicen que son los defectos inevitables del mejor de los sistemas políticos “posibles”. Lo que nos dicen, en realidad, es que cualquier otra alternativa es imposible.

Otrosí, ¿no habéis escuchado nunca a alguien decir que no hay alternativa al capitalismo, pues ha existido siempre? ¿Cuánta gente cree a pies juntillas que el capitalismo ha existido “siempre”? Piensan: “había moneda y comercio, luego había capitalismo”. Es decir, para ellos -ignorantes sobre historia de la economía- el Egipto de los Faraones, La Persia de Darío, La Grecia de Esparta, La Edad Media europea, la China de los Mandarines, y otros muchos, eran “capitalistas” pues había moneda y comercio. De hecho moneda y comercios los había hasta en la URRS. Un pueblo ignorante tanto en historia como en economía, traga con cualquier consigna simple como la mentada: ¿hay comercio y moneda?… luego hay capitalismo. Algo que a nadie en ámbitos ligeramente cultos se le ocurriría afirmar sin sonrojo, pasa a ser una “verdad” vendida por casi todos los medios y la mayoría de políticos (afines al capitalismo y las ideologías que lo sostienen).

Se inculca una falacia desde muy temprana edad a través de los mismos colegios -sumisos a la versión oficial de las ciencias sociales-, a través de los mass media cuasi monopolísticos, incluso a través del “arte” de consumo (desde las series de la Fox a los dibujos animados más tiernos). Se fomenta la idea de la presunta universalidad del sistema capitalista desde la ideología oficialista, inserta en todos los medios. Cualquier otra opinión es ignorada o satirizada “agudamente” por la farándula paniaguada de los mismos.

Como decía, la presunta ahistoricidad del capitalismo no es más que una chusca falacia para el consumo del ciudadano semiaanálfabeto por su peso en cualquier ambiente mínimamente culto (incluidos quienes lo propagan tapándose la nariz); aunque, fuera de éstos, siga siendo tabú. Obviamente, hay una intencionalidad en tan peculiar –y extendida- interpretación de la Historia. Lo que se pretende es que, cualquier crítica que proponga una alternativa al sistema de poder establecido, nos parezca inmediatamente “imposible” pues no la vemos realizada en el mejor de los sistema “posibles”. Así, cualquier propuesta que se dirija a terminar con las injusticias obvias instaladas en nuestras sociedades, será tachada, enseguida, de utópica. Claro que, cualquiera que se pare a pensar cinco minutos, entenderá que si los antiguos hubiesen pensado de tan conservadora manera, aún vestiríamos pieles y viviríamos en cavernas.

Lo que me sorprende más es cómo, personas con mayores conocimientos de historia y teoría, aceptan que el error se extienda como una mancha de aceite a todas las capas de la sociedad. Si se pretende hablar con rigor de estos asuntos fuera de ámbitos académicos, se nos tildará de utópicos, como ya he dicho, o de algo peor: de “intelectuales” lo que empieza a ser considerado un insulto, que se aplica a quien pretenda llevar este saber fuera de los más estrictos limites del ámbito universitario o cultural. Lo que les ocurre a los “intelectuales” es lo mismo que le ocurre al León del Zoo.: mientras permanezca en su recinto, es un bello animal del que presumir ante los visitantes; pero si escapa de su cárcel y sale a la calle, deja de ser un bello León, y se convierte en una “fiera”.

Las palabras, las palabras…

Las palabras se han convertido, finalmente, en las verdaderas guardianas del orden establecido, del pensamiento único al que es sometida la masa encefálica ciudadana común (esa que ha llegado a tal degradación que se siente orgullosa de llamarse a sí misma clase media: la mediocridad elevada a virtud…) Su manipulación ha transformado nuestra visión del mundo y nuestra historia. En el ejemplo de los intelectuales, que antes citaba, es sangrante cómo funciona: ¿Quién preferiría dejar de ser llamado “intelectual” y respetable académico, para ser una “fiera utópica” o un demente? ¿Quién quiere ser ridiculizado y descuartizado en el circo mediático? Nadie, o casi nadie. Las palabras han instalado el reino de la puerilidad en la cultura mediática; que es, con mucho, la mayor parte de la cultura existente. Que los medios de comunicación estén concentrados en manos de grandes corporaciones capitalistas les ha permitido manipular impunemente el lenguaje -que es tan maleable- y, con él, la visión del mundo del ciudadano medio. De ahí, que ya casi todos creamos a pies juntillas que el sistema “capitalista” ha existido “siempre”. Claro que los faraones eran capitalistas ¿pues no tenían mucho oro, acaso?! Y no te digo los señores feudales, con tantos doblones, de oro también, guardados en sus arcas con los que comprar cuanto que quisieran. Y ¿qué decir de los Mandarines, tan “capitalistas” ellos? En fin…

Todavía recuerdo el asombro que sentí cuando, en los años anteriores a la caída del muro de Berlín, empezaron a usar el termino “la derecha”, de pronto y en todos los medios de comunicación, cuando se referían al del Partido Comunista ruso. Y lo más curioso es que quienes calificaban de “derecha” a los comunistas, eran los medios que habíamos sabíamos de derechas de toda la vida. Imaginad lo curioso que era ver –por poner un ejemplo- a un periódico propiedad de un conde , tildar de derechas a Stalin, Lenin, Mao, o Ho Chi Min, era el caso de la Vanguardia del conde de Godó, o el monárquico ABC. Y lo más curioso fue comprobar que los demás medios siguieron esa tergiversación tan burda del lenguaje, incluso los medios que se llamaban de izquierdas. ¿De izquierdas? Esos medios ya pertenecían o se habían convertido en grandes corporaciones capitalistas o nacieron a la sombra de las mismas cuando el Régimen debió realizar su lampedusiano cambio (como muestra un botón: El País, ese periódico fundado por un senador de designación real en 1976, es decir por el sucesor designado por El Caudillo para sucederle en la Jefatura del Estado en la reforma de la Ley de Sucesión de 1967… ¿de izquierdas?, pues tanto como el PSOE o el bien pagao consejero millonario de Gas Natural sr. González…). El resultado, al pasar unos años es el siguiente: todo aquél que ataque el capitalismo y las injusticias que perduran en los sistemas opulentos de occidente, son tachados de utópicos y de “derechistas”, cuando no de … ¡fascistas!. De hecho, paseando por los blog de economía, en los que participa la “inteligencia” masterizada del sistema –esos incultos que exhiben un MBA Eada, Iese o similar, con el OPUS o los jesuitas detrás- es frecuente ver como se pone en el mismo fiel de la balanza a Franco y a Hitler, que a Stalin o a Mao. Esto, que hubiese levantado las más estruendosas carcajadas en las gentes que vivieron en aquellas épocas, se lo creen, ahora ya, a pies juntillas nuestros jóvenes y no tan jóvenes conciudadanos. El poder de la palabra, ya ven, contra la historia…

¿Cuánto tiempo hace que no veo defender una simpleza histórica como que frente al auge de los comunistas y los socialistas (los de entonces que nada tienen que ver con estos engendros de mercado como el PSOE), las clases burguesas y capitalistas, promocionaron a los partidos fascistas para hacerles frente. Los Nazis, el Fascio Italiano o la Falange Española tenían como enemigos a los sindicatos obreros, a los partidos comunistas y a cualquiera que fuera contra el capital y la tradición (pues no era entonces posible separar ambos). El nacional-catolicismo que sufrimos en España durante 40 años, y que está instalado hoy mismo en el gobierno, es un ejemplo más de ello. Que el monstruo se les fuera de las manos, no quita que cumplió perfectamente la función de aniquilar a los enemigos de la tradición y del capital. A nadie se le hubiera ocurrido entonces decir que Stalin o La Pasionaria eran de derechas. A excepción de algún payaso que buscara causar la hilaridad con sus ocurrencias.

Meterlos a todos en un mismo saco indica, además, la mala conciencia de quienes fomentaron aquellos despiadados regímenes. Y, también, su intención de engañar al ciudadano. Y lo han conseguido. La capacidad de alterar el lenguaje ha demostrado su inmensa capacidad para alterar nuestra mente y, sobretodo, de reducir nuestro sentido crítico. Así, cuando nuestros gobiernos promueven guerras con evidentes fines económicos o energéticos, cuando mantienen magnificas relaciones con tiranos que oprimen despiadadamente a sus pueblos, cuando financian o facilitan el acceso a cárceles secretas donde se practica sistemáticamente la tortura, cuando dedican a unas Olimpiadas el dinero que bastaría para reducir el hambre en países enteros habitados por razas y culturas que no coincide con la suya, cuando observamos todo eso y más, resulta que somos incapaces de “ver” lo obvio: que nuestros gobiernos usan los mismos métodos que los nazis cuando les conviene. Tortura, exterminio, racismo… solo que apenas existen, porque los medios de comunicación los banalizan cuando los realizan los “nuestros”… y los magnifican si son otros quienes los usan o lo parece.

Las guerras las ganan quienes matan mejor, quienes eliminan con mayor eficacia a sus enemigos. Esos son generalmente los que, además de los medios, adolecen de una mayor escasez de escrúpulos. ¿Quién ganó las dos últimas guerras mundiales? ¿Quién se repartió el mundo de la descolonización? ¿Quién eliminó mejor a sus opositores, tanto dentro como fuera de sus fronteras? ¿Quién dedica la mayor parte de sus recursos a la guerra, la tortura y el exterminio? ¿Quién impone su lengua en el Orbe?

¿Quién es el dueño actual de las palabras?

Que tengan ustedes un buen día.